sábado, 9 de mayo de 2015

TESTIMONIO DE MªJESÚS 2ª PARTE

El abandono animal, el atropello, la muerte despiadada en cualquier cuneta de una carretera, son historias que, desgraciadamente, se dan con mucha frecuencia. La que tenemos a continuación, no es una más, y no lo es gracias al gran corazón de unas personas que decidieron que no fuer así, y dar una nueva oportunidad a ese pobre animal que hubiera muerto solo, abandonado y quizá con terribles dolores. Gracias a ellas la historia tuvo un final feliz.

Segunda parte.
Colaborar como voluntaria en una protectora de animales de mi ciudad es algo que he aprendido de los tiempos de crisis: la oportunidad o la necesidad de ser solidaria en favor de mi comunidad.  En la protectora hay perros y gatos pero también algunas aves domésticas como  gallinas que fueron salvadas de ser sacrificadas.  Quisiera destacar el gran corazón de la fundadora y propietaria de esta protectora que a pesar de estar hasta los topes de perros, suele acoger a aquellos nuevos llegados que se han quedado sin hogar.
Resido en un pueblo y trabajo en la misma ciudad en la que está ubicada la protectora.  El camino del trabajo a mi casa corresponde a una zona rural llena de huertos, c ampos de cultivo y  casas de campo y, desgraciadamente, perros y gatitos suelen ser atropellados en la carretera. 
Hace unos días iba yo de camino a casa en mi coche, cuando vi a un perrito en medio del carril opuesto, el cual parecía haber sido atropellado. Me llamó la atención su hermoso pelaje. Estaba inmóbil y creí, como tantos otros animalitos que suelo pasar de largo en mi trayecto de ida y vuelta al trabajo, que ya estaba muerto. Pero vi que el perrito movia el cuello y algó me impulsó a dar la vuelta en la siguiente rotonda para incorporarme al carril donde yacía el perrito.
Recuerdo que estaba asustada. Pedí ayuda, mirando al cielo. Di la vuelta y paré el auto en el arcén, cerca del perrito, deseando que ningún vehiculo golpeara el mío. Además, no sabia si el perrito me iba a morder, al tratar de cogerlo. Temía hacerle daño sin querer. Tampoco sabía si el animalito estaría sangrando. Yo no disponía de ninguna manta o toalla. Pero bajé del coche y a pesar de mi miedo, segui adelante con mi propósito. También me acuerdo de la cara de enojo de una conductora por tenir que parar su vehiculo por algo que aparentemente consideraba tan banal como hacerle perder su tiempo detenida en medio de la carretera, mientras yo rescataba al animal. Pero seguí adelante con ello. Hay que seguir adelante con los propósitos que marca el corazón a pesar de la cara de desaprobación de los demás.
Para mi sorpresa, el perrito no sangraba pero se movia poco. Eso sí, era incapaz de tenerse en pie. No opuso ninguna resistencia. Su actitud hacia mí era mansa, dócil, como si supiera que yo no iba a hacerle ningún daño. Su mirada bondadosa me enterneció. Además, era un perrito precioso, de tamaño mediano. Se le veía ancianito. Lo cogí como pude y lo subí al coche y luego lo llevé a la protectora. De allí, junto a otra voluntaria lo llevamos al veterinario. El diagnóstico no fue muy alentador. El animal había sido golpeado, seguramente, por algun vehiculo que no habría podido esquivarlo. Además, presentaba un cuadro infeccioso severo, no tenia rabo y presentaba signos evidentes de no haber sido bien cuidado. Debería permanecer en la clínica veterinaria varios días. La otra voluntaria y yo salimos desalentadas de la consulta. Además, nadie reclamó la propiedad del perrito. Sin embargo, la historia de este perrito es una historia con final feliz. Tras dos semanas ingresado, el animal mejoró notablemente y se incorporó a la protectora. Yo solía pasearlo en este refugio junto a mi perrita adoptada y salvada del abandono animal. Deseaba que alguien lo adoptara y que fuera feliz. Y así sucedió al cabo de pocos días.
Cada vez que circulo por la carretera donde lo encontré, pienso en los verdaderos héroes de esta historia, en lo agradecida que les estoy: a la propietaria del refugio por correr con los gestos médicos  y a la familia adoptante por ofrecerle el calor de un hogar.  

María Jesús Verdú Sacases



3 comentarios:

  1. MªJESÚS has sido muy buena con el animalito, a mi me encantan los perros como seguramente a ti. Gracias por salvar al animalito.
    ¡ENHORABUENA!

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  2. Pilar:

    Gracias por publicar mi experiencia. Sigo colaborando como voluntaria en la protectora de animales y lo hago encantada. Ellos lo dan todo y me enseñan cada día. Las anécdotas divertidas siempre me ocurren con ellos sobre todo cuando interactúo con los cachorros, activos y juguetones.

    Adoro a los animales. Ellos son y han sido mis grandes maestros aunque tengan un cuerpo pequeño, tienen un corazón enorme. Todo lo que forme parte de la naturaleza ocupa un lugar especial en mi vida pues desde niña me encanta estar cerca de las montañas, respirar aire puro y estar en contacto con animales y vegetación.

    Ojalá todos los perros disfrutaran de un hogar.

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